¿Existe el estilo Bello y Reborati?


Si Ud. ha llegado hasta aquí, es porque ha puesto su atención en el  fenómeno Bello y Reborati.
Tal vez porque despertó su curiosidad su arquitectura, o tal vez porque simplemente  le han intrigado los letreros de la firma constructora estampados en las fachadas de muchas casas montevideanas.

Probablemente también asocie el nombre con un tipo de casas construidas sobre todo en el montevideano barrio de Pocitos en las décadas de 1920 y 1930, de aire mediterráneo, un poco italiano, otro poco español, una pizca de francés, y por qué no también algo de inglés sobre todo en el abundantemente usado recurso del bow window, o directamente facahas que recuerdan el Tudor.

Son casas que tienen en su arranque un basamento de piedras, en general  de dos colores, ventanas con la parte superior semicircular -de medio punto se diría técnicamente-, muchas veces geminadas por un parteluz con columnas, aleros con ménsulas de madera, tal vez frisos de ladrillos a la vista, y en las más importantes un mirador para divisar el Río Como Mar.

Por ejemplo casas como ésta:



Esta casa que está en la calle Juan M. Vidal casi Fco. Solano Antuña, parecería la típica casa  salida del tiralíneas de Alberto Reborati y construida por Bello y Reborati.

Al acercarnos al costado izquierdo se puede leer el siguiente letrero:



¿Era este proyectista un plagiario del Estilo Bello y Reborati? ¿Acaso era un imitador de la afamada firma?

La primera pregunta se contesta con un no. La segunda probablemente con un sí,  aunque habría que estudiar la fecha de construcción de la casa, por si al contrario no hubiera sido  la inspiración de nuestro novel cuasi-arquitecto, ya que su primer proyecto fue construido a escasos quince metros de esta casa.

Por otro lado, se puede encontrar un número muy importante de casas, especialmente las de su último período, de corte racionalista, e incluso náutico que también lucen la etiqueta de la constructora.

Esto genera otra cuestión ¿la firma Bello y Reborati, inventó un estilo?

Para sorpresa de muchos nuestra respuesta es no.

Observemos esta casa:


Es una de las grandes quintas que todavía se yerguen en la Avda. Millán entre el Museo Blanes y el monumento a Aparicio Saravia, y es  muy anterior a la época de auge de ByR.

En ella, salvando las distancias,  se aprecian la mayoría de los elementos usados por la firma en sus fachadas: basamento de piedras, aleros sostenidos con ménsulas de madera, bow windows, ventanas de medio punto etc. etc.

Esta casa no es la única, encontraremos todavía, decenas de casas construidas a fines del S XIX y comienzos del  S XX de este estilo,  que resultaba del gusto de la sociedad de la época.

La pregunta siguiente es entonces, ¿por qué fue tan notoria la firma Bello y Reborati, y su fama perdura hasta nuestros días?

La respuesta tiene que ver con la arquitectura, pero mucho más  con el marketing, con varias y muy brillantes ideas de marketing.

La primera reconocer un sector social emergente con interés y capacidad de comprar casas de categoría media y que rechazaba el obsoleto modelo de casa  alargada con habitaciones comunicadas entre sí y abiertas a patios con claraboya.

La segunda saber ver el potencial urbanístico de Pocitos.
Hasta ese momento solamente la Rambla, y las primeras cuadras de las avenidas de acceso más cercanas a ésta, tenían valor inmobiliario. El resto eran grandes terrenos baldíos que podían (y lo fueron) ser fraccionados.

La tercera concebir una casa tipo, que tuviera el aspecto exterior de las de mayor precio, a la vez que su distribución reprodujera  también un confort que se aproximara a esas casas.

La cuarta ofrecer a sus clientes un servicio llave en mano, que significaba tener solares que transferían a sus compradores, brindar la tramitación de los préstamos para comprar las casas, y luego de un año, entregar las viviendas prontas para ocupar con mobiliario incluido si el cliente así lo deseaba.

La quinta, y no la de menor importancia, colocar un letrero visible en la fachada de cada casa construida por la firma.

Clientes satisfechos llamaron a otros clientes, y así hasta obtener un promedio de entrega de casi una casa por semana durante los años en que la empresa funcionó, cada una con la constancia visible de quien la construyó.

Paradojalmente, el hecho comercial que acabó con la empresa fue en realidad una muestra de la confianza que generaba  la firma. Se le encargó de un plumazo  nada menos que la construcción de 400 casas.
Pero, al dar el presupuesto, no contaron con la Segunda Guerra Mundial y los desajustes económicos que traería.

Por supuesto que las casas de Bello y Reborati están bien construidas  –usaban métodos y tecnología novedosa para la época-, son funcionales, y estéticamente armónicas.  

Pero la constructora es sobre todo recordada porque nadie logró, como lo lograron ellos, estampar tantas firmas sobre tantas casas.