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Hacia una historia de la firma




No resulta del todo fácil hoy día buscar referencias sobre el accionar de Bello y Reborati, como empresa y ni tampoco de sus socios Ramón Bello y Alberto J. Reborati.

Las fuentes no son muchas. Es ilustrativo el libro de Yolanda Boronat y Marta Risso. Él nos proveyó de invalorable material para este trabajo.
Otra fuente es la entrevista de Ariel Erlichman a Dora Reborati contando de primera mano anécdotas familiares.

Pocos son los datos disponibles sobre Ramón Bello. De origen italiano, más precisamente napolitano, al momento de asociarse con Reborati, era un constructor reconocido, y persona de capital, siendo presumible que antes de concretar la sociedad con Reborati,  ambos hubieran trabajado juntos en alguna construcción.

Por su parte, la familia Reborati era de origen genovés. Giaccomo Reborati Caron (1864-1941) padre de Alberto, se casó  con María Batiste, de igual origen, pero nacida en Montevideo. El novel matrimonio se estableció en Montevideo en 1903, con sus dos hijos, Elvira y Alberto Jerónimo Reborati Batiste (1893-1954).


De cuerdo al  facsímil del acta de arribo a Montevideo de la familia Reborati, aportada por una colaboración especial de Oscar K. , éste se verificó el 24 de enero de 1903.

Recorte de prensa. Boda de Alberto Reborati
 A Don Giaccomo, parece que le fue muy bien en sus actividades de comerciante e importador, al punto que fue unos los iniciales veraneantes, transporte en diligencia por medio, de Maldonado.

De esos viajes, han quedado fotografías y sobre todo dibujos realizados por Don Giaccomo, quien llegó a realizar alguna exposición con los mismos.

Algunos de los vitrales que adornan las casas de la empresa se basaron en sus dibujos.

En el sitio del Banco de Historias Locales (Maldonado), existe una muy completa reseña de la familia, con fotografías y deliciosos relatos. Recomendamos visitarlo.

La Torre del Vigía en Maldonado, según dibujo a lápiz de color de Giaccomo Reborati

Su hijo Alberto, hizo sus estudios iniciales en el Colegio Seminario de Montevideo, luego comenzó a estudiar Matemáticas en la Universidad de la República. En aquella época, esa carrera habilitaba tanto para la ingeniería como para la arquitectura, siendo éta la orientación elegida por Alberto.
Estudió durante cuatro años, pero dejó trunca su carrera por el tiempo que le insumía sus otras actividades.
Casa de los Reborati en la calle San Fructuoso, donde también funcionaba el estudio.

Trabajó en el estudio del Arq.  Leopoldo Tosi, también como dibujante en la Intendencia de Montevideo, a la vez que a partir de 1914, comenzó a realizar  trabajos particulares que le otrogaron prestigio creciente.  En 1918 por ejemplo, Carlos Vaz Ferreira le encarga el poyecto de su casa quinta en Atahualpa, Reborati tenía 25 años.

Ese mismo año contrae matrimonio, del cual nacerán cuatro hijos. La prensa de la época da detalles del acontecimiento.


El estudio de Reborati funcionaba en el subsuelo de su casa ubicada en San Fructuoso 1926.

El 22 de julio de 1921, se concreta la sinérgica sociedad Bello y Reborati.
La operativa de la firma era comprar terrenos, fundamentalmente en la zona de Pocitos, Trouville y Punta Carretas, fraccionarlos, y ponerlos a disposición de los clientes.
De acuerdo a las necesidades de espacio y locación requeridos, en un plazo máximo de 48 horas, el potencial cliente ya podía contar con un anteproyecto, en general basado en un plano tipo.
Es de destacar que en la época no exitían computadoras, menos los programas de diseño asistido por computadora,  todo se dibujaba a mano con tiralíneas y tinta.
Los proyectos de Bello y Reborati, alentados por la Ley Serrato, rompían con el anodino diseño de la casa estandard tan en boga hasta ese momento, Tendían a reproducir la estructura de las casas de categoría, pero en espacios mucho más reducidos y sobre terrenos de escasa superficie que obligaban en general a construir en tres niveles.

Armónico núcleo de casas de plano tipo constrido por la firma en la calle Santiago Vázquez

La firma también se encargaba de tramitar un prestamo hipotecario, ya que no financiaba directamente sus construcciones.
Igualmente, el comprador recibía la propuesta de obtener su casa amoblada, con elementos fabricados en los talleres de la firma.

Edificio que la firma construyó en la calle Cerrito. Sus oficinas que ocupaban la planta baja


El éxito acompañó a los empresarios. En 1929 inauguran un edificio en Bartolomé Mitre y Cerrito.
La planta baja se destinó a las oficinas de la empresa. Para ese entonces unas 2.000 personas trabajaban en ella, produciendo la mayoría de los insumos requeridos: ladrillos, tejas, azulejos y cerámicas, carpinteria y herrería. En promedio entregaban una construcción por semana.

Hacia 1936 el catálogo de las obras construidas por la firma recogía más de 500 casas entre viviendas unifamiliarares y algunos edificios de apartamentos.
La firma impulsó decisivamente el desarrollo de Pocitos y Punta Carretas como barrios residenciales, renovó los criterios constructivos de las viviendas de tipo medio, introdujo nuevas formas de comercialización, generalizó el uso de las losas de hormigón armado y concibió primero una estética particular y característica de evidente inspiración mediterránea, que supo luego cambiar al recionalismo según los gustos del mercado.

El hotel de La Floresta, también pertenece a la obra de Bello y Reborati
Sin embargo el hecho de no poseer Reborati título habilitante y que fuera otro quien firmara los planos, hizo que sus trabajos fueran dejados de lado por la comunidad de arquitectos uruguayos y en particular ignorados por la revista Arquitectura.

Edificio de renta en la calle Andes. Una joyita que podría estar en el eixample de Barcelona.

Casa construida para Ramón Bello en Tomás Diago y Solano Antuña.
Las fachadas del período más característico de la obra de Bello y Reborati se destacan por el uso de aleros, balcones, logias, columnas, cerámicas decoradas y revestimientos de colores y texturas diversas combinados con gran coherencia. Los que corresponden al último período de su producción son, sin embargo, de estilo racionalista con influencias art decó, integradas en muchos casos a la llamada arquitectura náutica.

La calidad de la construcción unida a precios ventajosos, hicieron que quienes desearan encargar a la empresa la construcción de su casa debieran anotarse en lista de espera.

Avda. Brasil y Ellauri
En 1939, la firma estaba abocada a la construcción de 400 casas que le fueran encargadas para personal militar en el barrio "La Blanqueada". Los intentos de realizar las construcciones honrando las cotizaciones acordadas fueron infructuosos ante la inflación desatada por la Segunda Guerra Mundial, y como consecuencia la empresa fue a la quiebra.

En la calle Berro
No fue sino hasta finales de la década de 1960 que a iniciativa de Mariano Arana su obra fuera estudiada y en cierta medida revalorizada por la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República.
La mayor parte de la producción de la empresa se orientó a cubrir la demanda de viviendas de clase media, aunque en ella figuran también obras de mayor costo y categoría.
Parte de sus construcciones desaparecieron sustituidas por edificios de apartamentos. Las que se mantienen en pie han sido protegidas por el municipio de Montevideo, y muchas con frecuencia creciente figuran en los itinerarios turísticos de la ciudad.
En 1970, un incendio destruyó el estudio donde se guardaban los archivos de la firma perdiéndose de esta manera una parte fundamental de la historia de la arquitectura uruguaya de la primera mitad del S XX, aunque mucho de ella pervive aun en las calles de Montevideo.
Casa de Alberto Reborati en la calle Solano Antuña. Su estilo llevado al paroxismo.





Vivir en una casa de Bello y Reborati


Reportaje

¿Vivir en una casa de Bello y Reborati, es realmente como poseer un classic car?

No sé si tanto, pero cuando alguien visita nuestra casa por primera vez, el primer comentario suele ser “¡Ah! Una casa de Bello y Reborati…
Tenemos unos amigos que también viven en una casa construida por la empresa, y efectivamente  hay un remoto sentimiento de cofradía entre nosotros. 
El juego es tratar de tener las casas impecables, que parezcan recién construidas. No es fácil ni barato,  pero cuando se logra los resultados son magníficos, siempre que se haga con gusto y respeto a la idea original del proyectista.


¿Qué piensa de que estas casas estén protegidas y no se puedan modificar?

No estoy seguro de que la realidad sea así. Tengo entendido que la protección cubre solamente ciertas partes de Pocitos y Punta Carretas. Tampoco se trata de que no se puedan modificar. No se puede tocar la fachada, pero sí el interior. Creo que también crecer en altura conservando el estilo y sin sobrepasar los nueve metros.
También se han producido excepciones, y en los últimos años se han perdido en esta zona algunas casas de Bello y Reborati que en mi opinión hubieran merecido ser conservadas.

Sí, efectivamente en este sitio se dan algunas muestras de casas demolidas recientemente para dar paso a edificios. Pero ¿es justo que una persona no pueda hacer con su propiedad lo que le parezca, incluida la demolición y la construcción de otra casa?

Es un tema que admite muchas opiniones. Lo más justo es que haya reglas de juego conocidas y que no cambien con frecuencia. 
Es lo que históricamente ocurrió en Carrasco, nunca se permitió edificación en altura. Como resultado es el barrio más armónico de Montevideo. En Pocitos nadie pensó en eso y desde finales de la década de 1950 los edificios  comenzaron a brotar anárquicamente por todos lados.
Parece razonable que la ciudad busque proteger determinadas áreas que tengan que ver con su historia, su cultura o su identidad y que además guarden un encanto particular.
El punto clave es saber si alguien que quiera vender su casa protegida y por lo tanto no apta para hacer un edificio, logrará por ella un importe similar que le pagaría un constructor para demolerla y construir en altura.  
No hay problema si la ecuación funciona, pero si una casa protegida pasa a valer menos que su terreno si fuera edificable, su propietario es el que se ve perjudicado. 
No parece haber razón para que el dueño de la casa sea quien asuma el costo de la preservación. 


¿Se deben modificar estas casas?

En casas de más de ochenta años, no hay más remedio que por lo menos cambiar cables, cañerías y adecuar baños y cocina.
Generalmente además es necesario ajustarlas a nuevos estilos de vida, cosa que no dependerá tanto de la casa en sí como de las necesidades particulares de la familia que la habita. Un hogar no es un museo sino algo vivo que debe adaptarse como un guante a quienes viven en él. 
Hay quienes toman como algo habitual hacer reformas antes de ocupar una casa.
Por ejemplo, esta casa se benefició de reformas menores. Un gran baño que había en planta alta, se convirtió en otro más pequeño, dejando espacio para una segunda escalera entre el primer piso y el segundo. Una  de las cinco habitaciones del segundo piso se destinó a baño principal, obviamente desarrollado  con criterios muy diferentes al original.
Se hicieron algunos cambios en la cocina agregándole un office con desayunador.  En el jardín de la parte posterior se construyó un parrillero y un bungalow que le dan un aire de casa de balneario.
Por lo demás, nada se tocó y las fachadas lucen barnices y pinturas de los mismos colores que los constructores pensaron.
He visto casas que han hecho modificaciones, agregando detalles que Bello y Reborati usó en  viviendas similares. En estos casos, si bien la fachada  no es estrictamente el diseño del proyectista, respeta sus criterios, y los resultados suelen incluso mejorar el  original.  También se ven horrores y reales atentados contra  la estética.





¿Qué se puede decir de la calidad de la construcción?

Son casas bien construidas y con materiales de primera calidad.
No se ven grietas ni fisuras, que demuestren un movimiento de la estructura, tampoco hay humedades.
De todas formas hay que recordar que la empresa construyó casas de categorías muy diversas, desde las lujosas, hasta lo que hoy se llamaría vivienda social. 
Los materiales aun dentro de un buen nivel de calidad sin duda serán de diferente tipo.
Además, tampoco construyeron siguiendo un único estilo. En las casas construidas durante los  últimos años de actividad, abandonaron el estilo mediterráneo   tendiendo al racionalismo, y a la arquitectura náutica. Las ventanas se agrandan y las casas son mucho más luminosas.



Pensando en términos comerciales ¿Cómo se comparan los valores de una casa de Bello y Reborati respecto a sus vecinas similares que no lo son?

No creo que el cartel en la fachada influya en el valor de la casa, más bien lo harán las especiales características que estas casas tienen. 
Dentro de una misma zona, una casa de Bello y Reborati comparada con otra de otro constructor,  ambas de superficie y categoría, similares, tendrá muchas más chances de haber sido pensada con criterios más modernos y ser más cómoda y adaptable a las necesidades de una familia del S XXI, en una palabra más vivible.
Las casas de Bello y Reborati construidas en otros barrios, reflejarán también esas mismas ventajas comparativas respecto a sus vecinas, lo que no quiere decir que alcancen los valores de las de Pocitos. 
El valor de una casa es una mezcla de variables, en el cual la valorización de la zona suele ser el elemento más importante, aunque el valor final surja  de los gustos y necesidades de quien compra  y de la urgencia de quien venda.







Fotos Minnie



Leopoldo Tosi



Alberto Reborati, trabajo por un no muy largo período de tiempo en el estudio del arquitecto, o más bien ingeniero, Leopoldo Tosi.
En esa época era éste uno de los más destacados proyectistas y constructores, y si bien el estilo de Reborati no parece haber sido influenciado por el  de Tosi (inclinado a veces al modernismo y al art nouveau y al clascismo en otras) seguramente aportó algún tipo de know-how sobre el complejo mecanismo de la industria de la construcción.

Esa es la razón por la que parece oportuno incluir este vistazo sobre la obra de Tosi, un uruguayo nacido de padres italianos en 1875 y que en 1903 egresó de la Facultad de Matemáticas.

Desde temprano tuvo importantes clientes como el entonces ministro, presidente del Partido Colorado y futuro presidente de la República Claudio Williman.

Esta fotografía, coloreada a mano, permite apreciar la casa Williman recién inaugurada y su despojado entorno, cosa que como se ve en las tomas que siguen hoy ya no es posible.


La construcción de Avda. Brasil y Ellauri hoy rodeada de altos edificios,  ha tenido con el tiempo diversos destinos: un colegio, una residencia de ancianos, una heladería, un gimnasio y desde hace un tiempo una casa para fiestas.


Hoy diríamos que las vidrieras art-nouveau, no pegan demasiado con el resto de la casa, pero contribuían a sumar color a las ya de por sí coloreadas fachadas.


La casa fue terminada en 1907 con Williman como presidente de la República.

Del mismo año es el dispensario Joaquín de Salterain en la calle Magallanes  entre Guayabo y José E. Rodó.


Aquí el proyecto con ornamentos vegetales apunta más bien al clasicismo, al igual que el edificio de la foto que sigue correspondiente a la sede de la Intendencia de Tacuarembó.


La fachada original estaba terminada en imitación (piedra Paris) por lo que el colorido aspecto actual no se corresponde con la idea de Tosi.

Un muy notable  proyecto en el interior de Uruguay, es el Teatro Macció en San José de Mayo.



El teatro que ha sido recientemente restaurado. Una prqueña joyita.

Foto Enrique López.

Volviendo a Montevideo, otro edificio que también ha recuperado sus esplendores y pasados brillos, es el Hotel Cervantes en la calle Soriano.






Culminamos esta brevísima reseña con el destacado edificio encargado por la óptica e importadora Pablo  Ferrando, hoy ocupado por la librería Puro Verso en la peatonal Sarandí.


El edificio fue inaugurado en 1917, proyectado y construido en la época en que Reborati se vinculó al estudio de Tosi.
Años más tarde se encontrarían nuevamente en la obra del Mercado Modelo, para la  que Tosi calculara la estructura metálica del techo y que Bello y Reborati construyera según proyecto de Gualberto Rodríguez Larreta.



El edificio de estilo particularmente elegante, se destaca por su fachada casi totalmente vidriada, lo que permite una abundante entrada de luz.

Pocitos ayer y hoy


Decía Manrique Cualquier tiempo pasado fue mejor, frase que los nostálgicos han repetido millones de veces, pero con perdón de éstos, habría que estudiar si realmente es cierta.

También en lo referido al montevideano barrio de Los Pocitos, y a su pasado que tantos añoran, cuando los edificios altos se podían contar con los dedos de una mano.

Es notorio que la empresa Bello y Reborati, fue un importante factor para que la zona se desarrollara como barrio residencial de clase media acomodada, en las décadas de 1920 y 1930.  



Precisamente, esta foto aérea muestra  parte de Pocitos en una fecha no precisada, pero anterior a 1935, año en  que el hotel fue eliminado las arenas de la costa.
La calle más importante es Br. España, paralela a ésta hacia la derecha la actual Scoseria, y cruzándolas, desde la parte inferior de la foto, Ellauri, Berro, Tomás Diago, continuada en chanfle por Gadea, y Roque Graseras. Benito Blanco, se intuye pero no se ve.
Avda. Brasil, igualmente apenas se deduce, pero se ve claramente que el edificio El Mástil (el de El Expreso) no está construido.
Datemos pues la foto en los alrededores de 1930.

Marcadas en rosado fuerte, aparecen las casas construidas por Bello y Reborati que aun permanecen hoy. Hay que aclarar que la zona que ha conservado más casas de la firma, comienza en las manzanas que seguirían a la parte derecha de la foto.

Carecemos en este momento de datos precisos respecto a cuántas otras de las que allí se ven, y que luego fueran demolidas, eran de la firma, o cuántas Bello y Reborati construyó a posteriori y corrieron igual suerte.

En la foto se notan aun, más o menos un 1/3, de terrenos por construir.
 Ahora bien, en el momento en el que el  fotógrafo sobrevoló la zona, ¿era ésta un Edén?

Los mencionados espacios vacíos, no ayudarían para nada a un entorno cómodo y placentero.
Luego, no se ven árboles, excepto los plantados en Ellauri.  Pocitos no tenía aun el invalorable adorno natural que constituyen miles de ejemplares que crecen en aceras y espacios abiertos.
Si no había árboles, tampoco pájaros.

En todo este espacio se ven siete automóviles, seis plácidamente estacionados, y solamente uno circulando.
Más de uno considerará esta situación como una bendición, y efectivamente podría en principio considerársela  de esa manera, pero los autos con sus colores, movimiento y ruido contribuyen sin duda a animar las calles.

Las mañanas de Navidad y año nuevo, cuando  el tránsito tiene una densidad parecida a la de 1930, por más que al principio uno reciba una cierta sensación de paz y tranquilidad, esa sensación rápidamente se convierte en tristeza.

Veamos estas otras tomas comparadas, que son de suyo elocuentes: el primer par corresponde a Br. Artigas y Fco. Solano García (Club de Golf) mirando por la primera hacia el norte.
El segundo a la tranquila zona de Santiago Vázquez y Masini.









Aclaremos que la foto actual de Br. Artigas fue tomada la tarde del día de Navidad de 2012, por eso no se aprecia circulación. 
Se hace dificil recrear exactamente el mismo ángulo de la toma fotográfica antigua, sobre todo por la vegetación que fue creciendo a lo largo de los años. Además el sistema de enfoque de cámaras de época y tecnología tan diferentes distorsionan también la imagen de formas diferentes.

Ahora, opine el lector, cuál de los dos escenarios le parecería mejor para vivir…

Hay que reconocer sin embargo, que este maniqueo planteo es tramposo. 

Sin duda, en la década de 1950, cuando los árboles habían crecido y daban cabida a miles de pájaros, se levantaban casas en todos los solares, y los automóviles eran muchos más, Pocitos era un barrio realmente atractivo, lindo para vivir y demandado.

Por eso se comenzaron a construir en él, numerosos edificios de apartamentos. 

Si a nadie le hubiera gustado el barrio, Pocitos hubiera ido apagándose como tantos otros,  y las casas de Bello y Reborati, mostrarían la misma decadencia que las que quedaron en zonas que no tuvieron la misma suerte.

Otra cosa hubiera sido que la Intendencia Municipal, hubiera velado a tiempo para que Pocitos fuera zona residencial con viviendas de no más de nueve metros de altura, como ocurrió en Carrasco. 

Pero eso no pasó. 

Decía otro poeta, J. M. Serrat,  Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio



21 de Setiembre y Berro




Avda. Brasil y Ellauri




Br. España a la altura de El Ombú



21 de Septiembre y Benito Blanco. Vilamajó estaría contento...



Solano Antuña entre Benito Blanco y J. M. Vidal

Fotos actuales Minnie. Históricas archivo I. de M.

Montevideo... ¿Barroco?

Hace ya bastante tiempo, en el número 145 de la revista Relaciones (noviembre de 1996), se publicó un interesante artículo de Jordana Maisián, arquitecta y escritora, titulado Montevideo... ¿Barroco?

Si bien el mismo versa más bien sobre aspectos filosóficos de la arquitectura, toma como ejemplos de su análisis al barrio Pocitos, haciendo referencias concretas de diversas construcciones casi todas de Bello y Reborati.

A pesar de que al lector no especializado tal vez le cueste un poco entrar en el clima del artículo, vale la pena hacerlo y releerlo las veces que sea necesario, porque más allá de lo especulativo, presenta el interesante desafío de redescubrir nuestra ciudad, contemplándola con una mirada nueva.



Montevideo...  ¿Barroco?
por Jordana Maisián

Convenimos en que estilísticamente hablando, nuestros edificios más representativos son hijos de una tradición clasicista.  Pero quizá las calles de nuestra ciudad ameriten que afinemos un poco nuestros sentidos, dispuestos a percibir, en el placer del movimiento, lo diminuto, lo apenas insinuado, lo huidizo.  Los propósitos que siguen intentan ser una "invitación al viaje", al callejeo despreocupado, sustituyendo el ojo clínico por el deseo de regocijo y de asombro.  La ciudad de Montevideo fue fundada en 1726.  Esta época marca para la historia del Imperio Español un cambio brusco determinado por el comienzo de la Dinastía de los Borbones, o dicho de otro modo, el "afrancesamiento" del mundo hispano.

Cabildo de Montevideo
Sin extendernos demasiado en consideraciones de orden historiográfico, diremos que entre otras muchas adquisiciones, el Soberano Fernando VII rescató del país vecino las "Reales Academias de Nobles Artes" y el floreciente estilo neoclásico.  En estas circunstancias fue colonizada la Banda Oriental y todos coinciden en afirmar que neoclásicas fueron, sin lugar a dudas, las intervenciones de los ingenieros militares y arquitectos académicos en nuestro territorio.
A lo largo de sus sucesivas expansiones (en una de las cuales nos detendremos), nuestra ciudad fue diseñada según los fundamentos principales adquiridos durante el período colonial, y que detallaremos más adelante.  Nos referimos aquí a un "trozo" de ciudad en particular, tratando de construir, a partir de algunos de sus fragmentos, más que una imagen distinta, una distinta manera de situacionarlo para conocerlo, de aprehenderlo para apropiárnoslo.
Hablamos de las calles de Pocitos que nacen no siempre regularmente y llegan casi paralelas a morir en el mar, desde S.  Antuña hasta M.  Barreiro, pasando por J.  Zudáñez, Scoseria, y especialmente Martí, Massini, Guayaquí.  Hablamos de las calles que las atraviesan, Chucarro, R.  Graseras, T.  Diago, Berro, Ellauri, 26 de Marzo.

De este barrido general retendremos según la ocasión, casos singulares que nuestra memoria irá asociando al texto, infinitos casos singulares atraídos por la memoria del lector.
Esto no es un análisis, es un paseo.  Nada está acotado, los itinerarios son muchos.  Cabe a cada lector descubrir los suyos, recrearlos, trasladarlos al resto de la ciudad, al resto de las ciudades.

El Pliegue Etimológicamente, la calle (del latín ruga) es la arruga, el surco, el pliegue.  Superficie rugosa, de límites imprecisos, alternativamente cóncava o convexa, contenedora o saliente, irregular, cavernosa, susceptible de rozamiento, portadora de opacidades o, siguiendo los términos de Deleuze, "plegada, desplegada, replegada" (1).

El pliegue es lo que abraza y entrelaza.  Abraza múltiples situaciones imbricadas una dentro de otra, al modo de las muñecas rusas, "empaquetadas" al modo de Deleuze.  Entrelaza múltiples situaciones en relación de vecindad.
Es lo que une y separa.  Es la frontera y el territorio común.  El límite y su desdibujamiento.  Es lo que se instala en el intersticio infinitesimal.  Lo que ata, e impide la unión.

El pliegue se descompone infinitamente en pliegues sucesivos y continuos.  Conforma (con)cavidades receptivas, aptas a la sedimentación, al detenimiento momentáneo o definitivo de los residuos, a su acumulación.  En otras palabras, habilita la materia para la opacidad.  Es receptáculo y escondite, abrigo y refugio, barrera y pasaje oblicuo, al modo del laberinto.
La superficie-pliegue que limita un espacio, pasa por todos los puntos, toca todos los puntos, es sinuosa, irregular, orgánica y continua.  No posee discontinuidades que permitan el tránsito por infiltración.  Es al contrario infinitamente permeable y porosa, fácilmente atravesable por ósmosis.  Sus márgenes son invadidas por el flujo que circula, y su contorno se hace móvil, borroso, inestable.

Todo espacio es interior e interiorización.  Todo espacio tiende a apropiarse de las interioridades vecinas.  A absorber, acaparar, retener.  Todo interior es un pliegue irregular y continuo del exterior, una invaginación del afuera que no se produciría por sí sola si no hubiera interioridades verdaderas en otra parte"(2).
La superficie-pliegue es continuamente trabajada por el tiempo, seda de incesantes depósitos y erosiones, variaciones de relieve, incrustaciones, oscilaciones perpetuas, abultamientos, excavaciones, invaginaciones.

Según Deleuze, el elemento genético del pliegue es la inflexión: "es ésta que Klee extrae como el elemento genético de la línea activa, espontánea, oponiéndose a Kandinsky, cartesiano, para quien los ángulos son duros, el punto es duro, puesto en movimiento por una fuerza exterior.  Para Klee, el punto recorre una inflexión" (3).

La Calle Montevideana La historia de las calles montevideanas comienza con el trazado y el posicionado de una trama en cuadrícula o damero, rígida, indiferente a la topografía, al paisaje, al mar.  Pero no termina allí.  El trabajo del tiempo introduce la inflexión.

La línea dura de la cuadrícula será progresivamente modelada por depósitos y erosiones, acogidos con mayor elasticidad de la que era dado suponer.


Santiago Vázques entre Guayaquí y Masini
Situémonos en la calle Santiago Vázquez, entre Massini y Guayaquí, y miremos la acera sur.  La línea abstracta desaparecerá bajo la paulatina conformación de los múltiples límites espaciales, de las diversas superficies-pliegues, porosas y permeables: hileras vegetales, transiciones de todo tipo, retiros ocupados o no, jardines, pavimentos, efectos de alumbrado, equipamientos transitorios o permanentes, muretes y rejas, salientes, ménsulas y balcones, tratamiento de espacios residuales, bajorrelieves de las fachadas.

Despliegue infinito de recursos, todos diferentes, y sin embargo, todos igualmente opacos, todos igualmente cavernosos.  En su aparente linealidad, la calle montevideana es obstinadamente laberíntica.

Santiago Vázquez entre Avda. Brasil y Martí acera norte
Situémonos ahora en Santiago Vázquez entre Av.  Brasil y Martí, y observemos el notorio contraste entre la acera norte, de una alineación bastante regular, y la acera sur, fuertemente horadada.


Santiago Vázquez entre Avda. Brasil y Martí acera sur

Según Deleuze, "el Barroco no reenvía a una esencia, sino más bien a una función operatoria, a un trazo.  No cesa de hacer pliegues, (...), curva y recurva los pliegues, los lleva al infinito, pliegue sobre pliegue, pliegue según pliegue" (4).

¿Deberíamos creer entonces que es una mano barroca quien perfila día tras día, milímetro a milímetro, nuestro paisaje urbano?
La calle montevideana es inclusiva.  Infinitamente inclusiva, es decir, compuesta de elementos que se despliegan al infinito, incluyendo otros, a su vez inclusivos.  La calle montevideana incluye edificios cuyas fachadas están compuestas según un criterio inclusivo: un basamento y una cornisa incluyen un desarrollo, que incluye chambranas, ese marco de albañilería que encuadra puertas y ventanas, que incluyen marcos, y así al infinito.  Cada elemento es único, irrepetible, contenedor y contenido, de otros y por otros.  El conjunto es el resultado de la agregación de diversos elementos según un criterio inclusivo.

Berro 728
Lo antedicho es observable en el No.  728 de la calle Berro, donde la composición por inclusividad se verifica en vertical, en horizontal, y en profundidad.
En sentido vertical un basamento y un ático encuadran un piso intermedio.  En sentido horizontal dos cuerpos laterales incluyen uno central, tratado de forma distinta según el piso en que se encuentre, pero siempre articulado en tres módulos.  En profundidad, se suceden diversas líneas de fachada, que van distanciándose de la calle para crear un efecto de transición: murete que recompone la línea de retiros, línea del basamento, línea calada de la loggia central, y línea definitiva de separación exterior- interior.  

Izcúa Barbat 1216 y 1214

Otro caso es el de la calle Izcua Barbat Nos.  1216 y 1214, donde se hace interesante comparar ambos edificios: siendo diseñados según la misma tipología, el No.  1216 carece del efecto de inclusividad agregado en fachada, mientras que el No.  1214 exhibe un exacerbado trabajo en este sentido.  La peculiaridad de la composición no radica en la riqueza de cada elemento sino fundamentalmente en la manera en que éste se relaciona con los demás, es decir, en la sutura, la costura, el pliegue que ata y separa.  Cada elemento, como sede de tensiones internas, se despliega desbordando la extensión que le fue asignada, para invadir un espacio circundante, su área de influencia, que podríamos denominar "entorno de vecindad".  Se produce así una contaminación recíproca de vecindades, una superposición de tensiones de orden y carácter diverso, que cargan el espacio, confiriéndole espesor y opacidad.  Todo límite es dudoso, incierto y desplazable.  El despliegue es ilimitado, la contaminación inevitable, se expande desde el detalle infinitamente pequeño al conjunto de la fachada, de ésta a las fachadas contiguas, de éstas al espacio urbano, disparado sinérgicamente por el efecto de repetición.

Un ejemplo sugerente es el de la calle J.  B.  Lamas, del 2978 al 2970: resulta fácil notar cómo las dos casas laterales enmarcan a la central (en particular por la posición de los balcones), trasladando a la escala de varios edificios el efecto antes descripto en uno solo.

La calle montevideana incluye modos de vida, incluye modos de ocupación del espacio, incluye recorridos y escalas, puntos de partida y metas, incluye materializaciones diversas, configuraciones diversas, posturas diversas, incluye todas las perspectivas y todas las lecturas.  Incluye la belleza, la desazón, la contradicción y el goce.  Incluye posibilidades de desarrollo para la comunidad que la habita e incluye potencialmente su propio desarrollo: sus posibilidades de evolución y de involución.  Es que la inclusión es la razón de ser del pliegue.  Pero a su vez, la calle montevideana es incluida por la mirada que la aprehende, por el sujeto que la comprende al recorrerla.  Recordemos a Derrida: "la arquitectura es una realidad rugosa a abrazar" (5).

La Práctica del Lugar En 1959, Merleau-Ponty establecía una distinción entre el espacio geométrico -de orden físico-, y el espacio existencial como sede de una experiencia de relación del ser con el mundo.
Michel de Certeau establece por su parte, la distinción entre el lugar -concepto esencialmente físico-, y el espacio, resultante de la práctica del lugar (6).  Así, el espacio sería un "lugar practicado", o la "animación del lugar por el desplazamiento de un sujeto móvil".
En ambos casos, la referencia al movimiento es clara.  Un lugar es capaz de generar tantos espacios como personas lo practiquen, es decir, infinitos.
Cada sujeto que practica reinventa el lugar y cada lugar contiene como germen replegado, una infinidad de espacios que necesitan del sujeto para venir al mundo, para materializarse.

El paseante re-inventa la ciudad en cada gesto, mediante la vivencia-interpretación-construcción del lugar.  Asimismo, retiene del espacio que él creó, imágenes parciales, fragmentadas, confusas o no, interrumpidas, que mezcla en su memoria, (de)forma, (re)forma, (con)forma, (re)constituye y (re)compone, para luego asimilar.  De hecho, lo que realiza son múltiples invaginaciones-apropiaciones de interioridades ajenas, que van componiendo su propio mapeo interior.

La práctica del lugar es un viaje confirmatorio.  Un viaje de encuentro, donde reflejado en los pliegues que lo envuelven como en un juego interminable de espejos, el viajero se descubre a sí mismo, y descubre al otro.  Para Le Dantec, "al tiempo que una estética, el barroco es una ética fundada en el reconocimiento de la alteridad" (7).

Un viaje de creación, donde actuando e imaginando, el viajero completa la ciudad.  El cuerpo es el territorio a través del cual se produce la mediación entre el hombre y el medio físico, la consubstancialidad del ser y el mundo.  "El espesor del cuerpo, lejos de rivalizar con el del mundo, es al contrario, el único medio del que dispongo para ir al corazón de las cosas, haciéndome mundo, haciéndolas carne" (8).

El cuerpo, como integridad orgánica, es quien percibe, contrariamente a la opción cartesiana donde la percepción se hallaba centralizada en el órgano visual.  La percepción espacial es de orden kinestésico, "es polimorfa -escribe Merleau-Ponty-, si deviene euclídea es porque se deja orientar por el sistema" (9).  Pero asimismo, excede lo puramente sensorial abarcando dimensiones como lo simbólico y lo imaginario, ya que el cuerpo, lejos de ser anónimo, se inserta en una tradición cultural y opera a partir de una memoria, individual y colectiva.

El Espacio Barroco

Hacia 1700, Leibniz investigaba la posibilidad de definir un espacio que escapara al de la geometría euclídea.  Este espacio tendría la configuración de un campo de fuerzas o de intensidades relacionadas entre sí.  En él, "una ciudad mirada de diferentes lugares parece otra y es como multiplicada perspectivamente" (10).  La frontalidad de la perspectiva clásica, basada en la existencia de un centro inamovible, es desplazada para dar lugar a una infinidad de puntos de vista bajo los cuales el objeto sufriría múltiples deformaciones -metamorfosis-, al modo de la anamorfosis barroca, efecto según el cual un objeto puede ser percibido en su verdadera dimensión únicamente desde un punto de vista determinado, siendo distorsionado por todos los demás.
Desde el entrecruzamiento de los puntos de vista, cuando todo objeto de la ciudad deja de ser percibido en una situación única, la globalidad de la ciudad se transforma en acontecimiento.

Por otra parte, la calle montevideana es una calle sembrada de hitos, humildes, discretos, pero hitos al fin, que marcan pausas en el fluir espacial, frenan el paso del caminante, distorsionando la percepción de las distancias, engañando los sentidos.  De este modo, interrumpen el efecto de "tubo" al cual toda calle está sometida debido a sus proporciones.

Situaciones diferenciadas acechan al caminante a lo largo de su recorrido, cavidades que lo invitan a detenerse, surgimiento de puntos de vista imprevistos, fluctuaciones de luminosidad, irrupciones que lo obligan a desviar su rumbo, embalses que lo retienen, excrecencias que lo rechazan.

Los ejemplos de situaciones de este tipo abundan.  Citaremos algunos como S.  Vázquez 1138, T.  Diago 765, R.  Massini 3153, P.  Berro 769 y 830.  

Santiago Vázquez 1138
Tomás Diago 765
Ramón Masini 3153

Berro 769
Berro 830

Surcar nuestras calles requiere un constante ejercicio de zigzagueo: se trata de un espacio claramente fenomenizado.  No es aprehensible en su globalidad, sino en su fragmentación.  Cada fragmento es un mundo regido por sus propias leyes internas de composición, de ocupación del espacio, de organización.
Esta fragmentación sería caótica si los lazos, el entretejido de esos lugares diferenciados no hubieran sido resueltos (exceptuando casos evidentes, que en su mayoría hicieron irrupción después de los años 60), de forma consonante, como si una singular ley de la armonía los contuviera a todos, le asignara a cada uno un rol preciso a desarrollar en el concierto total.

Es un espacio agregativo, a la manera de los espacios heterotópicos de Foucault, cuya cohesión e interés radica en los empalmes entre partes heterogéneas.  Este espacio, que Merleau-Ponty llamaría "topológico", habitado por el ser capaz de una percepción "salvaje" o "bruta", dejaría atrás la noción de espacio de representación euclídeo, atravesado por una grilla cartesiana en tres dimensiones, que fija cada punto desde una perspectiva cónica.

La "Mise en Scene" Barroca Si la rígida distribución en cuadrícula determinó una estructura parcelaria ortogonal y una ocupación de la parcela que a su vez generó una gama de tipologías bastante limitada, dicha homogeneidad desaparece a primera vista en los alzados exteriores, es decir, en las fachadas.

J. B. Lamas entre Berro y 26 de Marzo

El ejemplo más explícito de este fenómeno, nos pareció ser el de la calle J.  B.  Lamas entre Berro y 26 de Marzo, tomando en particular los Nos.  del 2944 al 2936.  


Otro caso notorio sería el de la calle S.  Vázquez desde A.  Lapido hasta Av.  Brasil, acera sur, cuadra construida casi en su totalidad por los mismos arquitectos (Bello y Reborati).  

Santiago Vázquez entre A. Lapido y Avda, Brasil
La arquitectura especulativa ha dado, en el mundo entero, innumerables ejemplos de repetición de tipologías dispuestas "en tira".  Lo que hace a la singularidad del ejemplo escogido, es el empecinado esfuerzo por esconder esa repetición -constitutiva del edificio- mediante la aplicación de efectos puramente ornamentales, así como la prolífica imaginación desplegada para lograrlo.  Un estudio un poco más atento, permite constatar que lo que varía de una fachada a otra, no es su distribución, sino su tratamiento.
Haciendo abstracción de éste y reteniendo de la fachada su esquema depurado -proporciones, relación de vanos y llenos-, es fácil notar que a tipologías similares, corresponden fachadas también similares.  Lo que difiere sustancialmente de una a otra, es su aspecto figurativo.
Entendemos por aspecto figurativo aquello que resulta de la elección del lenguaje arquitectónico a emplear, y de su tratamiento material.

Si efectuásemos un relevamiento de los componentes del repertorio arquitectónico que jalona nuestro paisaje urbano, obtendríamos una lista interminable donde aparecerían entre otros muchos, imitaciones de: elementos clásicos resemantizados, almohadillados renacentistas, parteluces románicos, mosaicos andaluces, loggias florentinas, ventanas abocinadas, columnas salomónicas, capiteles corintios, frescos pompeyanos, bow-windows, tejados estilo tudor, frontones lobulados, todo tipo de frisos, cornisas y goterones, mansardas, lucarnas y balustradas.

Lo mismo ocurre con los materiales empleados y la consiguiente diversidad de texturas y cromatismos: tejas francesas, españolas y coloniales, azulejos de todo tipo, ladrillos, revoques, pétreos, madera, vidrio, metal.

Parecería que este repertorio disponible hubiera sido aplicado indiscriminadamente sobre un esqueleto inexpresivo.  La fachada no sería entonces el fiel reflejo de un interior dado, sino algo así como una máscara que se instala sobre él con vista al exterior y para ser vista desde allí, indiferente a lo que ocurre en esa interioridad a la cual se empecina en dar la espalda.

¿Cómo no tener entonces la sensación, al recorrer estas calles, de estar moviéndose entre fantasmas, o en un baile de máscaras; de penetrar en un territorio que alguien escenificó para nosotros?  ¨Cómo no quedar atrapados -como en un sueño- en ese torbellino de pliegues y repliegues tan semejante al espiral barroco?

"Lo que puede definir la arquitectura barroca" -según Deleuze- "es esa escisión de la fachada y del adentro, del interior y del exterior, la autonomía del interior y la independencia del exterior".

Según J.  Rousset, "lejos de ajustarse a la estructura, la fachada barroca tiende a no expresar más que a sí misma" (11).
La fachada es real, sus aberturas lo son, pero en ese empeño por metamorfosearse en puro maquillaje, para esconder lo igual, para escapar a la ley de lo mismo, su voluntad parece corresponder a la del "trompe l'oeil".

"Si el barroco reverencia las máscaras y los maquillajes" -afirma Le Dantec- "no es por odio a la verdad, sino por conciencia aguda de los lazos de ésta con la ilusión", aclarando que "el maquillaje es un artificio cuya función no consiste en disimular la verdad, sino en revelarla más cruda y más trágica".

La fuerte materialidad que confieren al edificio la superposición de efectos y el peso de los agregados (reales e ilusorios), se aligera empero como consecuencia del desdoblamiento que impone la máscara.  La fachada y el edificio son cuerpos diferenciados, ligados únicamente por una infinidad de pliegues imperceptibles al modo de frágiles almocárabes (12).

Así es como el plano de fachada puede despegarse, avanzar sobre la calle, invadir un territorio que la trasciende, ocuparlo como una presencia inexorable, filtrarse en el "espesor del cuerpo" del viajero, rodearlo, abrazarlo, empaquetarlo, invaginarlo.
Sólo un espacio complejo es capaz de traducir y de absorber la complejidad de nuestra percepción polimorfa.

Sólo un entorno en perpetuo desdoblamiento, es capaz de despertar a su vez nuestra capacidad de desdoblamiento latente, de auto-desprendimiento.  Concedernos la libertad de asumir despreocupadamente, nosotros también, múltiples máscaras, de ocupar lugares diferenciados, en una movilidad continua y sin reposo.

Quizá debiéramos aprender a retransitar -siempre una vez más- las calles de nuestra ciudad, prodigiosos ejemplos de astucia barroquista. 



Referencias 
G.  DELEUZE: "Le Pli".  Ed.  de Minuit, París, 1988.
Idem.
Idem.
Idem.
J.  DERRIDA, Conferencia dictada en el Centre Pompidou.
M.  DE CERTEAU, "L'invention du quotidien".
J.  P.  LE DANTEC, "Dédale le Héros", Ed.  Balland, París 1992.
M.  MERLEAU-PONTY, "Le visible et l'invisible", Gallimard, París 1993.
Idem.
LEIBNIZ, "Nouveaux essais sur l'Entendement Humain", Flammarion, Paris 19.
ROUSSET, "La littérature de l'âge baroque", Ed.  Corti, París.

Fotos Minnie






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