Editorial
Pese a la preferencia con que el público montevideano premió a la firma desde que fuera fundada, el fenómeno Bello & Reborati, no gozó de simpatías por parte de los arquitectos de la época.
A nivel técnico, se sostenía con pertinacia que los proyectos de la empresa no merecían ser tenidos en cuenta, en virtud de que ninguno de los socios había terminado sus estudios en la Facultad de Matemáticas (Ingeniería y Arquitectura en su época).
En cambio se decía que la firma se orientaba solamente a ganar dinero.
Años después, en las décadas de 1950 y 1960 y ya desaparecida la empresa, las casas de B&R, se consideraban
popularmente como construcciones demasiado barrocas, con fachadas
sobrecargadas, e interiores con recovecos y crujientes maderas. Este juicio no sorprende del todo por provenir de una sociedad que nunca se destacó por reconocer, valorar y conservar su identidad cultural, sino al contrario por perseguir la novedad despreciando lo antiguo, sin detenerse a discernir si lo nuevo resulta mejor o peor que lo anterior.
Hoy,
pasados casi ochenta años de que entregaran las llaves al
último de sus comitentes, parece haberse esfumado, aunque
tardíamente, la
prescindencia académica, hacia quienes dieron vida y dirigieron la
empresa y hacia su copiosa obra.
Justo es reconocer la intervención de los arquitectos Ramiro Bascans y Mariano Arana, quienes impulsaron el estudio y revaloración de los trabajos de la firma.
Como consecuencia, ya a comienzos de la década de 1990, para quien buscaba comprar una casa en Pocitos, la etiqueta Bello y Reborati era un diferencial positivo, y hoy día, vivir en una de ellas, es en muchos casos un orgullo similar a poseer un raro incunable o un classic car.
Las viviendas de clase media anteriores a 1920 eran las llamadas casas estándar, que por centenares se reproducían en casi todos los barrios de la ciudad.
Desarrolladas en una planta, con las habitaciones en fila hacia patios con claraboya, creaban ambientes mal ventilados, peor iluminados y de dudosa salubridad. Techos muy altos con azotea de bovedillas, calurosos en verano y gélidos en invierno.
La alternativa que B&R comienzan a ofrecer es en general de casas que aunque construidas en terrenos de pocos metros cuadrados, se desarrollan en dos o tres plantas, cielorrasos bajos, losas de hormigón, y ambientes con aberturas al exterior, que aunque pequeños en superficie, reproducían los que constituían las casas de categoría: living, comedor, estar, escritorio, en general no menos de tres dormitorios, dependencias de servicio y hasta garaje, en una época en la que tener un automóvil era raro
No cabe duda que no siempre los proyectos de la firma fueron inspirados y originales. Muchos de ellos convertidos en planos tipo se repitieron con pequeñas variaciones decenas de veces.
En algunos casos a nadie le temblaría la mano a la hora de firmar una orden de demolición de alguna de sus obras, pero aun así, la cantidad de proyectos de real valor arquitectónico que salieron de su mesa de dibujo hablan de una gran idoneidad y son más que suficientes para ubicarlos entre los arquitectos uruguayos (aunque sin título) más destacados del S XX.
Y más que eso el armónico y delicioso ambiente que se crea en torno a varias de sus series de casas no tiene parangón en Montevideo.
Cabe mencionar además el impacto de la empresa en el desarrollo de Pocitos como
barrio residencial, y los cambios en la dinámica urbana que ello
produjo.
Por sobre todas las cosas, el
aporte de ByR constituye una brillantísima demostración de marketing,
como nunca Montevideo tuvo en materia inmobiliaria, y tal vez en
ninguna otra.
Supieron
reconocer un grupo social emergente de poder adquisitivo medio y
medio-superior deseoso de adquirir buenas casas y supieron crear el
producto adecuado, que incluia hasta la tramitación de un crédito
hipotecario y el amoblamiento de las viviendas y por medio de la calidad
de ese producto crearon un demanda tal, que tenían clientes en lista de
espera.
Debido al prestigio ganado por la empresa, recibió el encargo de construir un conjunto habitacional de 400 viviendas, en el barrio Jacinto Vera, descomunal proyecto para la época, que finalmente fue su némesis, llevándolos a la quiebra luego de construir el 25 % del proyecto.
Seguramente la idea de los socios era aumentar su capital mediante la construcción de viviendas. Pero ¿no es hacer dinero la intención (más bien obligación) de todo empresario?
Francisco Piria o Emilio Reus (que dicho sea de paso terminaron en la ruina) suelen citarse como paradigmas del negocio inmobiliario en Uruguay, ¿no será el momento de incluir a Bello y Reborati entre ellos?
En 1996, Editorial Dos Puntos edita la primera publicación sobre el tema, fruto del trabajo de las Arqs. Yolanda Boronat y Marta Risso (se puede descargar desde el sitio de la Facultad de Arquitectura haciendo click aquí). En 2005, surge el primer sitio web dedicado a B&R, impulsado por el Ing. Ariel Erlijman.
Nuestra propuesta es crear un catálogo completo y ordenado sistematicamente, calle por calle, de las construcciones que aún restan, que afortunadamente son unas cuantas. Se apoya en las investigaciones de Boronat-Risso, y de alguna manera complementa el trabajo de Erlijman, de quien se toma parte de su excelente material.
No se trata de un sitio de arquitectura, es apenas una invitación a descubrir en las calles de Montevideo, pinceladas de luz que dejó la alianza sinérgica de Ramón Bello y Alberto Reborati.
Febrero de 2012
Javier M.